Me ha llamado esta tarde Felipe, el chico del Juanca. No veas el disgusto que tiene el chaval con el nuevo curro. Está más agobiado que un cangrejo en un cubo. Todo el día de reuniones, hablando con unos y con otros para nada. Hoy no ha podido ni comerse el tupper en el trabajo. Hasta ha tenido que pedir consejo a su padre: "Papá, tengo demasiado trabajo, Dame algún consejo, ¿no? Como siga así me voy a tener que coger la baja". El padre le ha mirado y le ha dicho: "Vale, pues yo me cojo la alta".
La verdad es que el panorama político no está para mucho cachondeo. Bueno, al menos no tanto cachondeo como el que tienen ellos con nosotros. ¿Qué necesidad hay de molestar a su majestad sólo para reuniones que acaban todas igual? Se enchaquetan, se saludan en un salón con muebles prefabricados hechos en madera y luego ¿para qué? Para sentarse a jugar a la play. Porque pocos lo sabéis pero el Rey tiene 2 mandos en su casa. El que traía la play cuando se la regalaron y otro que se compró por Ebay.
Así están todos deseando ir allí, claro. Yo cuando quedo con alguien para jugar a la play tengo que llevarme mi mando. Esto es un coñazo porque luego te lo dejas en su casa y te pasas tres días sin poder jugar otra vez en la tuya. Pero allí todo es diferente. ¿Que se te acaba la batería del mando? Pues nada. Das unas palmaditas y viene un tipo a enchufarte el cable (el que nunca encuentras en tu casa) y te pone el mando a cargar. Gloria bendita.
Por eso tardan tanto los políticos en ponerse de acuerdo. "Vamos a abstenernos nosotros y vosotros decid que no. Así podemos ir a echar otro ratito en palacio dentro de un par de meses". Esto se va comentando en cualquiera de los pasillos del Congreso. El ser humano sólo piensa en si mismo. Es egoísta por naturaleza. Y luego está el político, que lo invitan a jugar a la play y terminan jugando con todo el mundo.